"...Si uno cree en el futuro, sea en el sentido más reaccionario de que cree en el futuro de uno mismo, es decir, en el acceso a un puesto determinado en la administración del Capital o el Estado, etc., la consecución de un fin, casamiento o seguridad, o lo que sea, sea un futuro pretendidamente político, un futuro pues para el movimiento o para la colectividad a la que uno pertenece, está ya desde ahí colaborando con el Estado y el Capital, si es verdad, como he dicho, que en general Capital y Estado no son más que administradores de la muerte y por tanto son Ellos los que tienen el Futuro, los que tienen que hacer creer en él. Yo pienso que esto se deriva, simplemente, de una observación metódica muy elemental: El pueblo no puede nunca usar las armas de los señores. Es una ilusión, es la vieja ilusión jesuítica, en que tantos movimientos políticos han caído, de que se pueden usar las armas, los medios, para otros fines. No es así; los medios están cargados de fines. !Qué más querría yo que poder decir que puede haber ilusiones buenas y futuros buenos y creencias buenas en el Futuro, por oposición a los futuros malos, a las creencias malas que son siniestras y que son la muerte! Pero os estaría engañando si os dijera eso. Todos los futuros son lo mismo, todos los futuros son la muerte. ¿Cómo es esto? En cuanto imagino en mi vida, en la vida de la humanidad, un momento futuro, estoy trazando una línea de tiempo vacío. Necesariamente, estoy trazando un año de tiempo vacío, una hora de tiempo vacío. De forma que estoy contribuyendo a hacer, de la manera más inmediata, eso que os he esplicado que Ellos hacen: convertir la vida y las posibilidades abiertas en un tiempo contado de antemano, a lo que he llamado muerte"
"Fijáos bien que en una situación de lo más trivial, en una refriega amorosa mismo, puede haber un momento en que uno se reconoce simplemente impulsado por los sentimientos (no voy a decir cosas tan gloriosas como istintos, que son de los animales: digamos, sentimientos), empujado por sus sentimientos y sus sensaciones, y hay otro momento en que empieza a plantearse aquello con un fin. Empieza a plantearse el fin: "me la conquisto", "me lo conquisto", "hago esto", "hago lo otro". Y todo el mundo sabe que eso basta para que la refriega amorosa, en el ejemplo, pierda toda su gracia y se convierta en otra cosa: se convierta en un trabajo, se convierta en un truco, en una manera de llegar a ese fin. Os he puesto uno de los ejemplos más inmediatos que se pueden dar, pero, vamos, ya comprendereís que esto se estiende a todo. En cuanto uno se plantea una finalidad, un futuro, está literalmente, creando un tiempo vacío. Desde aquí hasta allí, desde aquí, en que hago el proyecto, hasta el momento en el que el proyecto se va a cumplir. Y ese tiempo vacío es el que llamo muerte, y eso es lo que he dicho que es la verdadera función de Estado y Capital: administrar la muerte. Por eso (si queréis, por desgracia; si queréis, lo digo con un suspiro)es imposible que haya futuros buenos, ideales buenos, proyectos buenos, finalidades buenas, que se opongan a las malas, o no. Es la noción misma de finalidad de futuro, de ideal que cumplir la que está condenada, de la que el pueblo no sabe nada, contra la que el pueblo está".
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