martes, 22 de marzo de 2016
“Nos defendemos, por otro lado, contra una vanidad que también aquí quisiera volver a dejar oír su voz: según ella el hombre habría sido la gran intención oculta de la evolución animal. El hombre no es, en modo alguno, la corona de la creación, todo ser está, junto a él, a idéntico nivel de perfección… Y al aseverar esto, todavía aseveramos demasiado: considerado de modo relativo, el hombre es el menos logrado de los animales, el más enfermizo, el más peligrosamente desviado de sus instintos -¡desde luego, con todo esto, también el más interesante! ”. F. Nietzsche
Era al atardecer, se respiraba una fragancia de abetos, veíanse a lo lejos montañas grises, en lo alto brillaba la nieve. Un cielo azul y aquietado se extendía por encima. Así, nunca vemos nada tal como es en sí, sino que siempre lo recubrimos de una delicada membrana anímica: ésta es lo que entonces vemos. Ante estas cosas naturales despiértanse sentimientos heredados, disposiciones propias. Vemos algo de nosotros mismos: en tal medida es este mundo también nuestra representación. Bosque, montaña, no son sólo concepto, sino nuestra experiencia e historia, una parte de nosotros.
F. Nietzsche. Humano, demasiado humano.
F. Nietzsche. Humano, demasiado humano.
Felicidad
“Y en la felicidad también creo. Lo que pasa es que la felicidad es una pompa de jabón que da visos, pero que no bien uno la mira se revienta. Uno tiene que ser feliz sin saberlo. ¡Qué iba a saber yo de niño que era feliz! Más aún: qué iba a saber que lo era de viejo cuando empecé esa tarde «Los Días Azules» contigo a mi lado, Brujita, que ya no estás.” Fernando Vallejo
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