"Lo único insoportable para el ser racional es lo irracional, pero lo razonable se puede soportar: los golpes no son insoportables por naturaleza. ¿De qué manera? Mira cómo: los lacedemonios son azotados porque han aprendido que es razonable. ¿No es insoportable ahorcarse? Pero cuando alguien siente que es razonable, va y se ahorca. Sencillamente, si nos fijamos, hallaremos que nada abruma tanto al ser racional como lo irracional y, a la vez, nada lo atrae tanto como lo razonable. Mas cada uno experimenta de modo distinto lo razonable y lo irracional, igual que lo bueno y lo malo y que lo conveniente y lo inconveniente. Ésa es la razón principal de que necesitemos la educación, que aprendamos a adaptar de modo acorde con la naturaleza el concepto de razonable e irracional a los casos particulares. Para juzgar lo razonable y lo irracional cada uno de nosotros nos servimos no sólo del valor de las cosas externas, sino también de nuestra propia dignidad personal; para uno será razonable sostener el orinal, teniendo en cuenta simplemente esto: que si no lo sostiene, recibirá golpes y no recibirá comida, mientras que si lo sostiene no padecerá crueldades y sufrimientos; pero a otro no sólo le parece intolerable el sostenerlo, sino también soportar que otro lo sostenga. Así que si me preguntas: “¿He de sostener el orinal o no?”, te diré que más vale recibir alimentos que no recibirlos y que menos vale recibir golpes que no recibirlos, de modo que si mides lo que te interesa con esos parámetros, ve y sosténselo.
- ¡Pero eso no sería digno de mí!
Eres tú quien ha de examinarlo, no yo. Eres tú quien te conoces a ti mismo, quien sabes cuánto vales para ti mismo y en cuánto te vendes: cada uno se vende a un precio…
Del mismo modo, también un atleta que corría el riesgo de morir si no lo castraban, cuando se le acercó su hermano – que era filósofo – y le dijo: “¡Ea, hermano! ¿Qué vas a hacer? ¿Amputamos el pene y seguimos yendo al gimnasio?”, no pudo soportarlo, sino que persistió en su postura y murió.
Alguien le preguntó: “¿Cómo hizo eso? ¿Como atleta o como filósofo?”
- Como hombre- respondió -, como hombre cuyo nombre fue proclamado en Olimpia y que luchó allí y que en tal tierra pasó su vida, y no yendo a perfumarse a Batón. Otro, en cambio, hasta el cuello se habría dejado cortar, si hubiera podido vivir sin cuello. Eso es la dignidad personal. Así de fuerte para los que acostumbran a tenerla en cuenta en sus decisiones. "
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