domingo, 27 de septiembre de 2009

Alexandre Marius Jacob




[…] Antes que verme enclaustrado en una fábrica, como en una cárcel, antes que mendigar aquello a lo que tengo derecho, he preferido sublevarme y combatir metro a metro a mis enemigos, haciendo la guerra a los ricos, atacando sus bienes. Cierto, puedo concebir que ustedes habrían preferido que yo me sometiera a sus leyes; que, como obrero dócil y acobardado, hubiera creado riquezas a cambio de un salario irrisorio y, cuando mi cuerpo estuviese gastado y mi cerebro embrutecido, me hubiera ido a morir a una esquina de la calle. Entonces no me llamarían «bandido cínico», sino «honrado trabajador». Valiéndose de la adulación, ustedes me habrían otorgado incluso una medalla al trabajo. Los curas prometen un paraíso a sus estafados; ustedes son menos abstractos y por eso ofrecen un trozo de papel mojado. Les agradezco mucho tanta bondad y tanta gratitud, señores. Prefiero ser un cínico consciente de sus derechos que un autómata o una estatua. […]

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