Diario 6 de Julio de 1840
No tengas horas ruines, sino agradece cada hora, y acepta lo que trae. La realidad hará respetable cualquier cosa registrada sinceramente. Ningún día habrá sido malgastado por completo si se ha escrito una página sincera y meditada. Permite que la marea diaria deje algún depósito en estas páginas, de la misma manera que deja arena y conchas en la playa. Así se incrementa la tierra firme. Este puede ser un calendario de las pleamares y bajamares del alma, y en estas páginas, como en una playa, las olas pueden depositar perlas y algas.
Henry David Thoureau
(Traducción Guillermo Ruiz)
viernes, 20 de agosto de 2010
jueves, 19 de agosto de 2010
domingo, 15 de agosto de 2010
La alegría de escribir
¿A dónde corre, a través del bosque
escrito, esta
cierva escrita?
¿A beber del agua escrita
que copiará su hocico como papel carbón?
¿Por qué levanta la cabeza, habrá oído
algo?
Apoyada en cuatro patas prestadas por
la verdad
por debajo de mis dedos aguza los
oídos.
Silencio, esta palabra también susurra
sobre el papel
y retira
las ramas causadas por la palabra
“bosque”.
Sobre la hoja blanca acechan para
saltar
letras que pueden combinarse mal,
frases que acosan
y ante las cuales no habrá salvación.
Hay en una gota de tinta una reserva
considerable
de cazadores que apuntan, con un ojo
entrecerrado,
preparados para bajar por la empinada
pluma,
para cercar a la cierva, dispuestos a
disparar.
Olvidan que esto no es la vida.
Aquí rigen otras leyes, negro sobre
blanco.
Un abrir y cerrar de ojos durará tanto
como yo desee,
permitirá ser dividido en pequeñas
eternidades,
llenas de balas detenidas al vuelo.
Si lo ordeno, nunca sucederá nada aquí.
En contra de mi voluntad no caerá ni
una hoja,
ni se doblará una brizna de hierba bajo
el peso de una pezuña.
¿Existe, pues, un mundo
sobre el que tengo un dominio
absoluto?
¿Un tiempo que ato con cadenas de
signos?
¿Una existencia infinita a mis órdenes?
La alegría de escribir.
La posibilidad de hacer perdurar.
La venganza de una mano mortal.
Wislawa Szymborska
escrito, esta
cierva escrita?
¿A beber del agua escrita
que copiará su hocico como papel carbón?
¿Por qué levanta la cabeza, habrá oído
algo?
Apoyada en cuatro patas prestadas por
la verdad
por debajo de mis dedos aguza los
oídos.
Silencio, esta palabra también susurra
sobre el papel
y retira
las ramas causadas por la palabra
“bosque”.
Sobre la hoja blanca acechan para
saltar
letras que pueden combinarse mal,
frases que acosan
y ante las cuales no habrá salvación.
Hay en una gota de tinta una reserva
considerable
de cazadores que apuntan, con un ojo
entrecerrado,
preparados para bajar por la empinada
pluma,
para cercar a la cierva, dispuestos a
disparar.
Olvidan que esto no es la vida.
Aquí rigen otras leyes, negro sobre
blanco.
Un abrir y cerrar de ojos durará tanto
como yo desee,
permitirá ser dividido en pequeñas
eternidades,
llenas de balas detenidas al vuelo.
Si lo ordeno, nunca sucederá nada aquí.
En contra de mi voluntad no caerá ni
una hoja,
ni se doblará una brizna de hierba bajo
el peso de una pezuña.
¿Existe, pues, un mundo
sobre el que tengo un dominio
absoluto?
¿Un tiempo que ato con cadenas de
signos?
¿Una existencia infinita a mis órdenes?
La alegría de escribir.
La posibilidad de hacer perdurar.
La venganza de una mano mortal.
Wislawa Szymborska
viernes, 13 de agosto de 2010
CANSANCIO
Cansado.
¡Sí!
Cansado
de usar un solo bazo,
dos labios,
veinte dedos,
no sé cuántas palabras,
no sé cuántos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios.
Cansado,
muy cansado
de este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabré si es el mismo
que usé mientras vivía.
Cansado.
¡Sí!
Cansado
por carecer de antenas,
de un ojo en cada omóplato
y de una cola auténtica,
alegre,
desatada,
y no este rabo hipócrita,
degenerado,
enano.
Cansado,
sobre todo,
de estar siempre conmigo,
de hallarme cada día,
cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas narices
y con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.
Oliverio Girondo
¡Sí!
Cansado
de usar un solo bazo,
dos labios,
veinte dedos,
no sé cuántas palabras,
no sé cuántos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios.
Cansado,
muy cansado
de este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabré si es el mismo
que usé mientras vivía.
Cansado.
¡Sí!
Cansado
por carecer de antenas,
de un ojo en cada omóplato
y de una cola auténtica,
alegre,
desatada,
y no este rabo hipócrita,
degenerado,
enano.
Cansado,
sobre todo,
de estar siempre conmigo,
de hallarme cada día,
cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas narices
y con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.
Oliverio Girondo
No, no es cansancio
No, no es cansancio...
Es una cantidad de desilusión
Que se me entraña en la especie del pensar,
Es un domingo al revés
del sentimiento,
una vacación pasada en el abismo.
No, cansancio no es...
Es que yo esté existiendo
Y también el mundo,
Con todo lo que contiene,
Con todo lo que en él se desdobla
Y que es por fin lo mismo variado en copias iguales.
No. Cansancio, ¿por qué?
Es una sensación abstracta
De la vida concreta
- algo así como un grito
por dar,
algo así como una angustia
por sufrir,
por sufrir completamente o por sufrir como...
Sí: o por sufrir como...
Eso mismo: como...
¿Como qué?
Si lo supiera, no habría en mí este falso cansancio.
(Ay ciegos que cantáis en la calle,
¡qué formidable realejo
es la guitarra de uno, la bandurria de otro y la voz de ella!)
Porque oigo, veo.
Lo confieso: es cansancio.
(Fernando Pessoa)
lunes, 9 de agosto de 2010
viernes, 6 de agosto de 2010
Cura de cáncer Dr. Simoncini
http://www.manualnaturistadelcancer.com/2009/10/dr-tulio-simoncini-protocolo-para-la.html
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